Las vicisitudes previas a la British North America Act: la guerra angloamericana y los intentos de redefinir el marco constitucional
Author | Alejandro Torres Gutiérrez |
Pages | 75-119 |
CAPÍTULO II.
LAS VICISITUDES PREVIAS A LA BRITISH NORTH AMERICA ACT: LA
GUERRA ANGLOAMERICANA Y LOS INTENTOS DE REDEFINIR EL
MARCO CONSTITUCIONAL
1. LA GUERRA ANGLO-AMERICANA DE 1812-1815 Y SUS
CONSECUENCIAS.
La historia del siglo XIX se abre con la Guerra anglo-americana de 1812-
1815, que enfrenta a los Estados Unidos con el Reino Unido y sus colonias
canadienses. La declaración de guerra por parte estadounidense tiene lugar el 18 de
junio de 1812, en un momento que difícilmente podía ser más oportuno, pues
coincide con el enorme esfuerzo bélico que en el continente europeo debe llevar a
cabo el Reino Unido a causa de las campañas napoleónicas. Será calificada
doctrinalmente por los historiadores como una guerra desatendida, un conflicto en
el que en puridad ninguno de los dos contendientes resultará vencedor, y que nadie
reconocerá haber perdido, pues ambos acabarán reivindicándose como supuestos
ganadores.165
El expresidente Thomas Jefferson llegará a poner por escrito, el 4 de agosto
de 1812, que conquistar Canadá era una mera marcha,166 y probablemente lo hubiera
sido, de haber existido un número suficiente de soldados entrenados y armados como
para participar en dicho supuesto paseo militar, pero no era el caso. Ni Jefferson, ni
James Madison, entonces Presidente, habían jugado un papel relevante en la guerra
revolucionaria, ni tenían demasiada idea sobre cómo debería dirigirse un conflicto
armado. Madison llegará a pedir al Congreso, el 1 de abril de 1812, un embargo
completo contra los británicos por espacio de 60 días, y fue autorizado, 3 días
después, a movilizar una tropa de 100.000 soldados, por un tiempo máximo de 6
meses, convencidos del vano espejismo de ser posible resolver una disputa de tal
calado, en tan reducido período de tiempo, por una tropa formada por civiles
desentrenados e inexpertos en el arte de la guerra. A diferencia de los Estados
Unidos, Canadá contaba en ese momento a la cabeza de su gobierno civil y militar,
con un clarividente y valeroso militar, y hombre de Estado, el General Isaac Brock,
que llevaba preparando el previsible conflicto desde hacia media docena de años,
fortaleciendo las fortificaciones castrenses de Quebec, y formando una fuerza naval
165 BUMSTED, J.M., The consolidation of British North America, 1783-1860, en:
BUCKNER, PHILLIP, (Ed.), Canada and the British Empire, Oxford University Press,
Oxford, 2010, p. 48.
166 A mere matter of marching, sic.
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lo suficientemente relevante como para asegurar la superioridad canadiense en los
lagos Erie y Ontario.167
A comienzos del conflicto bélico, los Estados Unidos tenían una población
de 7.500.000 habitantes, y una capacidad de movilización teórica de hasta 100.000
soldados, aunque en realidad, tras el final de la Guerra de la Independencia, su
ejército se encuentra muy desatendido, y sólo dispone de unos 12.000 efectivos, que
no están precisamente demasiado bien entrenados. En el otro frente, la América del
Norte Británica cuenta con apenas medio millón de habitantes, y sólo 5.000 soldados
regulares, pues el grueso de las tropas está en el viejo continente, debido a que las
mismas están ocupadas en las campañas napoleónicas, y aunque por mar la balanza
se decanta del lado británico, estos juegan con la desventaja de tenerlas
momentáneamente retenidas en Europa. Ninguno de los dos contendientes se
encuentra en plenitud de sus capacidades. Pero no por ello se puede pasar por alto
que se trató de una oportunidad de oro de cara a poder invadir los territorios
canadienses, que aún permanecían leales al Imperio británico, y que en los últimos
cuarenta años habían recibido una importante migración anglófona, y además
mantenían un intenso intercambio cultural y comercial con los Estados Unidos.168
Entre otras causas que explicarían adicionalmente la declaración de guerra,
cabría citar las restricciones comerciales impuestas por el Reino Unido debido a la
guerra contra Francia, el reclutamiento forzado de marineros americanos para servir
en barcos británicos, o el apoyo dispensado por estos últimos a los indígenas
norteamericanos que se oponían a la expansión de Estados Unidos. Ante la
superioridad naval británica, los estadounidenses plantearon una ofensiva terrestre,
aunque sin excesivo éxito. El curso de la guerra dará un giro a raíz de la derrota de
Napoleón en 1814, que permite a los británicos enviar tropas al frente
norteamericano, llegando a entrar en Washington DC, e incendiando los principales
edificios públicos, entre ellos la Casa Blanca y el Tesoro. Los éxitos militares
estadounidenses evitarán la formación de una Confederación india, que buscaba
crear un Estado indígena independiente en el Medio Oeste, bajo los auspicios de los
británicos, y repelieron las invasiones británicas de Nueva York y Baltimore, e
impidieron la invasión británica de Nueva Orleans, donde los enfrentamientos
bélicos continuaron hasta enero de 1815, incluso cuando la paz ya se había firmado,
al desconocerse este hecho por los contendientes. Las mutuas invasiones
territoriales, producidas en ambas direcciones no llegaron a consolidarse, por lo que,
en el Tratado de Gante, firmado el 24 de diciembre de 1814, se volvió a las fronteras
167 BLACK, CONRAD, Rise to Greatness. The History of Canada from the Vikings to the
Present, McClelland & Stewart, Toronto, 2014, pp. 180-181.
168 LACOURSIÈRE, JACQUES, PROVENCHER, JEAN y VAUGEOIS, DENIS, Canada
Quebec. Synthèse Historique 1534-2015, Septentrion, Quebec, 2015, p. 218.
La vertebración de Quebec en el modelo federal canadiense 77
anteriores a la guerra. Esta vuelta al statu quo ante bellum podría hacer pensar que
el conflicto no había tenido particulares consecuencias o repercusiones, algo que
quizás se aleja bastante de la realidad, pues contribuyó a reforzar el sentimiento de
pertenencia de los residentes en la América del Norte Británica, así como la
necesidad de mantener la hegemonía cultural británica, incluso por la fuerza,
(especialmente entre los tories), y reducir la influencia de la cultura americana,
manteniéndola bajo control, cuando no, simple y llanamente, eliminarla.
169
En dicha confrontación bélica tomarán parte activa significados habitantes
del Bajo Canadá, como el coronel Charles de Salaberry, un francocanadiense que
participó en el frente de Châteauguay en 1813 alistado en el ejército británico, o
Louis-Joseph Papineau, que luchará como oficial de la milicia, y estará llamado a
jugar un importante papel en la reivindicación de una democracia parlamentaria en
Quebec, y donde conocerá a Ezequiel Hart, un judío que será su correligionario en
las tropas francocanadienses de resistencia contra los estadounidenses, lo que le
llevará a patrocinar en 1831 una Ley que concederá plenos derechos políticos a la
minoría judía en Canadá, con una antelación de casi tres décadas al resto del Imperio
británico, y que se traducirá en la Jewish Emancipation Act, aprobada por la
Asamblea de Bajo Canadá el 5 de junio de 1832.170
Paradójicamente el resultado del conflicto pudo ser visto como un éxito por
parte de ambos contendientes, pues supuso un aldabonazo definitivo de cara a que la
antigua Metrópoli no volviera a cuestionarse la independencia de los Estados
Unidos, por ello allí se consideró como un triunfo, además de dar origen a un intenso
espíritu de unidad nacional. Por otra lado, pese a ser una mera nota a pie de página
en los libros de historia británicos, lo cierto es que en la América del Norte británica
se recuerda esta confrontación bélica como una victoria, al poner remedio a una
eventual invasión de Estados Unidos, dejando una marca indeleble en el devenir de
los acontecimientos históricos, al espolear un cierto antirrepublicanismo en Upper
Canada, e incentivar la equiparación a la traición, cualquier conducta disidente con
las instituciones británicas, fortaleciendo ese cierto sentimiento contra Estados
Unidos, que hundía sus raíces en la Guerra de Independencia, hasta el punto de
ponerse en cuestión los movimientos migratorios hacia Upper Canada procedentes
del sur, así como la revisión de los derechos de propiedad de los nacidos en Estados
Unidos, y la aparición de una imagen heroica de la milicia nacional, a la que por
cierto, (no estaría mal recordar, aunque no sea del todo políticamente correcto), no
169 BUMSTED, J.M., The consolidation of British North America, 1783-1860, en:
BUCKNER, PHILLIP, (Ed.), Canada and the British Empire, Oxford University Press,
Oxford, 2010, p. 49.
170 MORTON, DESMOND, A Short History of Canada, McClelland & Stewart, Toronto,
2006, 6ª Ed., p. 29.
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